Para todos aquellos que tienen el anhelo de
encontrar su lugar de pertenencia...
¿Sabías que el aleteo de las alas de
una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo? Esto es el
efecto mariposa; un concepto que grafica que cada acto (aunque sea el simple
aleteo de una mariposa) tiene el poder de cambiar el mundo.
Pocas veces tenemos conciencia del
poder que tenemos por el simple hecho de ser parte de esta existencia. No da lo
mismo lo que hacemos, ni cómo lo hacemos. En lo personal, soy una convencida de
que la vida nos presenta justo las circunstancias que nos toca vivir, aunque
muchas veces no nos gusten o no encontremos sentido en ellas. Mi cáncer, por
ejemplo, es algo que jamás habría elegido vivir pero que hoy agradezco
enormemente porque reconozco el tremendo aprendizaje que me ha regalado; y esto
no implica negar lo doloroso de la experiencia, sino que significa
trascenderlo.
Conversaba hace un par de fines de
semana atrás -el primero de este año, para ser más exacta- con la Marce y la
Pame (mis primitas queridas <3), Jaime y Miguel, sobre la pega (gran tema de
estos tiempos), y compartíamos opiniones de qué era para cada uno de nosotros.
Mi postura - y mi ambición - es que mi pega me haga sentido, que me represente;
quiero sentirme identificada con lo que hago, quiero sentir que lo hago
contribuye a hacer de este un mundo mejor. Si lo pensamos, pasamos gran parte
de nuestra vida en la pega, y destinamos gran cantidad de energía a ella;
entonces ¿por qué no maximizar el uso de estos recursos en función de tu propia
felicidad y de la de los demás (poniéndolo en términos económicos xD)? Si poh,
si la vida es hoy, es ahora, no es más rato cuando “salga de mi pega”...o no?
Por eso creo que importa el qué hago y
cómo lo hago. En mi caso, mi retorno a la vida laboral ha sido una segunda
oportunidad que me ha regalado la vida para vivirme la pega desde otro lugar.
Atrás quedó la Paulina que intentaba ser la profesional perfecta; ahora se está
integrando a mi vida (y cobra cada vez más protagonismo) “Angélica”, a quien le
interesa más ser feliz haciendo lo que hace, que aquello que hace. Ya no me
interesa demostrarle nada a nadie (partiendo por mí), y me vivo mi pega con más
alegría, y me permito no saber y pedir ayuda, y me permito equivocarme para
poder aprender, y me permito hacer las cosas de la forma en que a mí me hace
sentido y me hace feliz: en colaboración con otros; en servicio.
Uno de los regalos de mi cáncer fue el
tomar consciencia de que importa lo que hago con mi energía, y eso me
permite elegir conscientemente cómo me vivo la vida. Y esto es lo que me
moviliza en mi trabajo. Más allá de lo que me toca hacer, me cuestionó el cómo
lo quiero hacer, miro qué es lo que me importa de aquello que me toca hacer, y
me muevo desde ese lugar.
Y como la vida es sincrónica y nos da
tremendas señales (cuando queremos verlas), me dio un tremendo empujoncito con
este tema laboral/vocacional/existencial; justo después de esta hermosa y
profunda conversación, justo después de terminar un intenso proceso de Coaching
Ontologico que recorrí junto a mi grupo “Efecto Mariposa”. Confieso que
comencé a escribir esta nota tres semanas atrás, y que recién hoy puedo
terminarla porque encontré la respuesta que andaba buscando. Estas últimas
semanas (desde que comenzó el 2016) se han dado una serie de eventos y
circunstancias que me han permitido conectar con aquello que me gusta, y me han
permitido tomar conciencia de que es aquello que me hace feliz, aquello que me
alegra, que me hace vibrar. Y me ha sorprendido de lo que he descubierto.
Me alegra trabajar con la gente que
quiero. Me alegra estar al servicio de aquellos que me importan. Me alegra
aportar mi granito de arena, desde mis talentos y mis capacidades, para que
otro sea más feliz. Me alegra sentirme identificada con aquellos que me rodeo;
sentirme en equipo, en pertenencia. Y me he dado cuenta de que todo esto lo
encuentro en el lugar más inesperado, ese que estuvo siempre frente a mis ojos,
siempre al alcance de mi mano, pero que por ser tan obvio (y también por mis
propios juicios y paradigmas) nunca mire, en donde nunca busqué.
Como dicen por ahí, uno sólo ve lo que
quiere ver; por eso cada vez presto más atención a lo que la vida me
presenta que aquello que yo quiero vivir, y conscientemente abro mi corazón
para ver aquello que me quiere mostrar, y eso ha permitido que mis procesos
sean cada vez más rápidos (porque créanme, mis procesos solían ser leeeentos),
y como bien me dijo mi sabia amiga Paulita, he trabajado profundamente la
aceptación. Los cambios no suceden por arte de magia, requieren
que nosotros demos el primer paso permitiendo al Universo que haga lo suyo;
dejando que fluya lo que tiene que fluir, confiando, aceptando, soltando.
¿Y cómo descubrí este hermoso lugar de
pertenencia? Simplemente observándome, tomando conciencia de qué es lo que hago
y cómo me siento con lo que hago; aceptando lo que me pasa a pesar de mis
juicios y paradigmas; trascendiéndolos, soltandolos. En mi caso, mi lugar de
pertenencia es un lugar que yo juzgaba más chiquitito, de menor alcance; un
lugar donde mi mente racional me decía que profesionalmente no me convenía
estar, pero donde mi corazón se alegraba enormemente, lo que hacía que
finalmente brillara y sacara lo mejor de mí, y de mis talentos.
¿Se han dado cuenta del enorme gasto
de energía que implica estar donde uno no quiere estar?, ¿el enorme gasto de
energía que tenemos que hacer para auto-motivarnos con aquello que no nos hace
sentido, con aquello que no nos sentimos identificados, que no nos hace
vibrar?. Es un enorme costo que sinceramente ya no estoy dispuesta a pagar. Y
en contraste está ese otro lugar al que nuestro ser interno nos lleva; un lugar calientito, donde nos sentimos en casa, en familia. Aquel
lugar donde inconscientemente comenzamos a pasar más tiempo y donde entregamos más energía; donde somos creativos y resolutivos, y a la vez
tremendamente felices; donde fluimos naturalmente; donde el hacer no requiere
esfuerzo; donde lo que somos es suficiente y es perfecto; donde somos la mejor versión de nosotros mismos; donde afloran nuestros dones y talentos. Cuando nos sentimos así, definitivamente hemos encontrado EL
lugar. Y con esto no quiero decir que sea un lugar permanente, inamovible;
simplemente digo que ese es exactamente el lugar donde HOY tenemos que estar.
Y volviendo al efecto mariposa, siento
el deseo de estar en ese lugar porque tengo la fuerte convicción de que ahí
puedo ser un aporte; que desde ese lugar puedo estar al servicio porque
pongo todo mi corazón en lo que hago, y esto es algo que brota espontáneamente,
porque es una manifestación de amor. El “qué” trascendió a un “para qué” y
a un “por qué”. En mi caso (y en este momento), el foco ya no está en el qué
hago sino en el para qué hago lo que hago; en el sentido y el
trasfondo de por qué hago lo que hago, por que eso tiene que ver conmigo,
con mi propósito; ahí se manifiesta mi ser; ahí soy. Por eso creo que podemos
hacer cualquier tarea, cualquier actividad, siempre y cuando el para qué y el
por qué de mi labor esté alineado con lo que soy, por que de esa manera
estaremos poniendo nuestro corazón y estaremos poniendo al servicio nuestros
dones en este mundo.
Y a ti, ¿qué te gustaría provocar con el aleteo de tus alas de mariposa?
Wuauu se me puso la piel de gallina al leer, que tremendo descubrimiento parece ser fácil descubrirlo pero el propósito se toma su tiempo, me remueve y me hace tanto sentido, me hace querer mirar, escuchar y confiar con el corazón abierto y esperar que mi propósito venga a mí....
ResponderEliminarUn abrazo gigante y muchos cariños
Busqué y busqué y jamás encontré, hasta que llegué al lugar indicado en el momento indicado y descubrí que todo lo que se suponía era mi realidad, no era más que un mal sueño que daba paso al comienzo de mi real existencia. Gracias prima y cariños desde el sure.
ResponderEliminar