viernes, 22 de enero de 2016

Efecto mariposa


Para todos aquellos que tienen el anhelo de encontrar su lugar de pertenencia...

¿Sabías que el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo? Esto es el efecto mariposa; un concepto que grafica que cada acto (aunque sea el simple aleteo de una mariposa) tiene el poder de cambiar el mundo.

Pocas veces tenemos conciencia del poder que tenemos por el simple hecho de ser parte de esta existencia. No da lo mismo lo que hacemos, ni cómo lo hacemos. En lo personal, soy una convencida de que la vida nos presenta justo las circunstancias que nos toca vivir, aunque muchas veces no nos gusten o no encontremos sentido en ellas. Mi cáncer, por ejemplo, es algo que jamás habría elegido vivir pero que hoy agradezco enormemente porque reconozco el tremendo aprendizaje que me ha regalado; y esto no implica negar lo doloroso de la experiencia, sino que significa trascenderlo.

Conversaba hace un par de fines de semana atrás -el primero de este año, para ser más exacta- con la Marce y la Pame (mis primitas queridas <3), Jaime y Miguel, sobre la pega (gran tema de estos tiempos), y compartíamos opiniones de qué era para cada uno de nosotros. Mi postura - y mi ambición - es que mi pega me haga sentido, que me represente; quiero sentirme identificada con lo que hago, quiero sentir que lo hago contribuye a hacer de este un mundo mejor. Si lo pensamos, pasamos gran parte de nuestra vida en la pega, y destinamos gran cantidad de energía a ella; entonces ¿por qué no maximizar el uso de estos recursos en función de tu propia felicidad y de la de los demás (poniéndolo en términos económicos xD)? Si poh, si la vida es hoy, es ahora, no es más rato cuando “salga de mi pega”...o no?

Por eso creo que importa el qué hago y cómo lo hago. En mi caso, mi retorno a la vida laboral ha sido una segunda oportunidad que me ha regalado la vida para vivirme la pega desde otro lugar. Atrás quedó la Paulina que intentaba ser la profesional perfecta; ahora se está integrando a mi vida (y cobra cada vez más protagonismo) “Angélica”, a quien le interesa más ser feliz haciendo lo que hace, que aquello que hace. Ya no me interesa demostrarle nada a nadie (partiendo por mí), y me vivo mi pega con más alegría, y me permito no saber y pedir ayuda, y me permito equivocarme para poder aprender, y me permito hacer las cosas de la forma en que a mí me hace sentido y me hace feliz: en colaboración con otros; en servicio.

Uno de los regalos de mi cáncer fue el tomar consciencia de que importa lo que hago con mi energía, y eso me permite elegir conscientemente cómo me vivo la vida. Y esto es lo que me moviliza en mi trabajo. Más allá de lo que me toca hacer, me cuestionó el cómo lo quiero hacer, miro qué es lo que me importa de aquello que me toca hacer, y me muevo desde ese lugar.

Y como la vida es sincrónica y nos da tremendas señales (cuando queremos verlas), me dio un tremendo empujoncito con este tema laboral/vocacional/existencial; justo después de esta hermosa y profunda conversación, justo después de terminar un intenso proceso de Coaching Ontologico que recorrí junto a mi grupo “Efecto Mariposa”. Confieso que comencé a escribir esta nota tres semanas atrás, y que recién hoy puedo terminarla porque encontré la respuesta que andaba buscando. Estas últimas semanas (desde que comenzó el 2016) se han dado una serie de eventos y circunstancias que me han permitido conectar con aquello que me gusta, y me han permitido tomar conciencia de que es aquello que me hace feliz, aquello que me alegra, que me hace vibrar. Y me ha sorprendido de lo que he descubierto.

Me alegra trabajar con la gente que quiero. Me alegra estar al servicio de aquellos que me importan. Me alegra aportar mi granito de arena, desde mis talentos y mis capacidades, para que otro sea más feliz. Me alegra sentirme identificada con aquellos que me rodeo; sentirme en equipo, en pertenencia. Y me he dado cuenta de que todo esto lo encuentro en el lugar más inesperado, ese que estuvo siempre frente a mis ojos, siempre al alcance de mi mano, pero que por ser tan obvio (y también por mis propios juicios y paradigmas) nunca mire, en donde nunca busqué.

Como dicen por ahí, uno sólo ve lo que quiere ver; por eso cada vez presto más atención a lo que la vida me presenta que aquello que yo quiero vivir, y conscientemente abro mi corazón para ver aquello que me quiere mostrar, y eso ha permitido que mis procesos sean cada vez más rápidos (porque créanme, mis procesos solían ser leeeentos), y como bien me dijo mi sabia amiga Paulita, he trabajado profundamente la aceptación. Los cambios no suceden por arte de magia, requieren que nosotros demos el primer paso permitiendo al Universo que haga lo suyo; dejando que fluya lo que tiene que fluir, confiando, aceptando, soltando.

¿Y cómo descubrí este hermoso lugar de pertenencia? Simplemente observándome, tomando conciencia de qué es lo que hago y cómo me siento con lo que hago; aceptando lo que me pasa a pesar de mis juicios y paradigmas; trascendiéndolos, soltandolos. En mi caso, mi lugar de pertenencia es un lugar que yo juzgaba más chiquitito, de menor alcance; un lugar donde mi mente racional me decía que profesionalmente no me convenía estar, pero donde mi corazón se alegraba enormemente, lo que hacía que finalmente brillara y sacara lo mejor de mí, y de mis talentos.

¿Se han dado cuenta del enorme gasto de energía que implica estar donde uno no quiere estar?, ¿el enorme gasto de energía que tenemos que hacer para auto-motivarnos con aquello que no nos hace sentido, con aquello que no nos sentimos identificados, que no nos hace vibrar?. Es un enorme costo que sinceramente ya no estoy dispuesta a pagar. Y en contraste está ese otro lugar al que nuestro ser interno nos lleva; un lugar calientito, donde nos sentimos en casa, en familia. Aquel lugar donde inconscientemente comenzamos a pasar más tiempo y donde entregamos más energía; donde somos creativos y resolutivos, y a la vez tremendamente felices; donde fluimos naturalmente; donde el hacer no requiere esfuerzo; donde lo que somos es suficiente y es perfecto; donde somos la mejor versión de nosotros mismos; donde afloran nuestros dones y talentos. Cuando nos sentimos así, definitivamente hemos encontrado EL lugar. Y con esto no quiero decir que sea un lugar permanente, inamovible; simplemente digo que ese es exactamente el lugar donde HOY tenemos que estar.

Y volviendo al efecto mariposa, siento el deseo de estar en ese lugar porque tengo la fuerte convicción de que ahí puedo ser un aporte; que desde ese lugar puedo estar al servicio porque pongo todo mi corazón en lo que hago, y esto es algo que brota espontáneamente, porque es una manifestación de amor. El “qué” trascendió a un “para qué” y a un “por qué”. En mi caso (y en este momento), el foco ya no está en el qué hago sino en el para qué hago lo que hago; en el sentido y el trasfondo de por qué hago lo que hago, por que eso tiene que ver conmigo, con mi propósito; ahí se manifiesta mi ser; ahí soy. Por eso creo que podemos hacer cualquier tarea, cualquier actividad, siempre y cuando el para qué y el por qué de mi labor esté alineado con lo que soy, por que de esa manera estaremos poniendo nuestro corazón y estaremos poniendo al servicio nuestros dones en este mundo.

Y a ti, ¿qué te gustaría provocar con el aleteo de tus alas de mariposa?




2 comentarios:

  1. Wuauu se me puso la piel de gallina al leer, que tremendo descubrimiento parece ser fácil descubrirlo pero el propósito se toma su tiempo, me remueve y me hace tanto sentido, me hace querer mirar, escuchar y confiar con el corazón abierto y esperar que mi propósito venga a mí....
    Un abrazo gigante y muchos cariños

    ResponderEliminar
  2. Busqué y busqué y jamás encontré, hasta que llegué al lugar indicado en el momento indicado y descubrí que todo lo que se suponía era mi realidad, no era más que un mal sueño que daba paso al comienzo de mi real existencia. Gracias prima y cariños desde el sure.

    ResponderEliminar